Noticia - Hostelería
Si algo caracteriza a la Crepería La Boheme es su apuesta por la diferenciación. El gerente de esta enseña, Thierry Carrayol, lo tiene claro: sólo aquellos establecimientos con una buena gestión y que aporten valores diferenciales sobrevivirán a la crisis. Por ello, este negocio ofrece una cocina adaptada a las nuevas necesidades del consumidor que come fuera de casa, de una forma rápida y sin renunciar a una alimentación sana y equilibrada.
El dueño de esta cadena de establecimientos asegura que “nuestro concepto de negocio se basa en crepes artesanales y ensaladas de calidad hechos con los ingredientes más sanos y frescos, suministrados diariamente por los mejores proveedores locales, para avalar nuestro concepto de comida saludable y ofrecer una alternativa a la comida tradicional”.
Pero la innovación no sólo se centra en el producto que se ofrece. La gestión ha tomado al asalto la hostelería, y bares, cafés y restaurantes se están convirtiendo en modernos negocios en los que experimentar con las más sofisticadas herramientas de marketing y de venta.
Crepería La Boheme ha puesto en marcha un nuevo sistema informático de gestión interna, el SGS Gestión, interconectado a los ordenadores de los diferentes restaurantes, permitiendo el control de la contabilidad y la facturación. Además, se puede llevar el registro de las mesas, traspasar el contenido de una mesa a otra, controlar las acciones de los camareros y la entrada y salida del personal, controlar el stock de cada negocio, los albaranes, las facturas y contactar con los proveedores.
Asimismo, pensando también en el bienestar del cliente, se ha puesto en funcionamiento un pulsador en cada mesa para que los consumidores decidan cuándo se les atiende y cuándo quieren la cuenta. El aparato está conectado a un reloj, que cada camarero lleva en la muñeca. Este reloj vibra e indica el número de la mesa que ha llamado; un sistema muy innovador que muy pocos restaurantes de España tienen.
Y para que el servicio sea de calidad los primeros que tiene que estar satisfechos son los camareros. Desde hace unas semanas disfrutan de una jornada laboral continua, para que puedan conciliar la vida familiar y el trabajo. A juicio de Thierry Carrayol “un horario continuo permite a los trabajadores realizar la tarea con más concentrados, con más energía y ganas y esto repercute de forma directa en el trato con el cliente y por tanto el número de ventas”.