Franquicias BEEP. Entrevistamos a su Franquiciado, John Sinclair
BEEP Castalla ha abierto sus puertas este verano para ponerse al servicio de los consumidores de informática y de tecnología del municipio alicantino y de la zona.
El responsable de la nueva tienda, John Sinclair, tenía un punto de venta independiente desde 2009. Y ha sido este año 2017 cuando ha decidido sumarse a la marca BEEP, partiendo de la siguiente reflexión: la fuerza y las economías de escala de la cadena le permiten ser aún más competitivo.
“La percepción de muchas personas es que las tiendas independientes no siempre pueden igualar los precios de las grandes cadenas de tiendas, así que decidí unirme a una cadena que me inspirase confianza”. Con esa apuesta estratégica, John combinaba su dilatada experiencia en el mundo de la informática con la veteranía, saber hacer y musculatura de BEEP.
“Sobre todo”, explica, “buscaba una marca con buena reputación y que fuese reconocible por el gran público”.
Un amante de la mecánica
En el currículo de John Sinclair hay un claro hilo conductor: su pasión por las máquinas y, de forma más amplia, por la tecnología. ¡Siente devoción por todo lo que lleve incorporado un mecanismo!
Y, puestos a buscar más patrones en su biografía, también deberemos destacar su alma viajera. Nacido en el sur de Inglaterra, desde bien joven ha sido un viajero inquieto. Lo que nunca ha sido es un turista, porque allí donde ha viajado, ha hecho vida durante meses o años. Y lo ha hecho siempre trabajando en lo que le gusta: la mecánica o la informática.
Así ha sido hasta que se afincó en España, a donde llegó a principios de los años 2000. “Buscaba un lugar amigable y con buen clima. Y acabé descubriendo Castalla, un pueblo magnífico y muy bien comunicado. Cuando me vine a vivir a este municipio, estaban construyendo la autovía Castalla-Alicante”.
Ingeniero en electrónica
John se formó como ingeniero en electrónica. “Tras licenciarme en la universidad y trabajar en Inglaterra seis años, decidí que iba a disfrutar mi gran pasión, las motos, y que lo iba a hacer viajando”.
Vivió cerca de un año en Zurich, en Suiza, donde trabajó como mecánico de motocicletas. “No sabía alemán, así que era muy complicado poder trabajar como ingeniero electrónico. Pero me encantó poder emplearme a fondo en la reparación de motos”.
Desde ese momento, no dejó de exprimir el momento, siempre ganándose la vida como mecánico de vehículos de dos ruedas o electricista y, más tarde, como empresario de reparación y venta de motocicletas.
Trabajó durante un año como electricista en Australia durante el boom constructor de los años 80. Y, durante tres años, reparó motocicletas británicas vintage en un taller de Amsterdam, en Holanda. “Las motocicletas británicas más antiguas tienen unos motores muy diferentes, por lo que se necesita un conocimiento especializado”.
Hubo un momento en que regresó a su Gran Bretaña natal, donde puso en marcha un taller y tienda de motos.
Pionero en la informática personal
“Eran los primeros años 90, cuando estaban tantas cosas por hacer en el mundo de la informática. Yo tenía claro que quería aprovechar mis conocimientos sobre ordenadores para mejorar la competitividad de mi negocio. Así que diseñé un programa de pedidos y control de stocks para el taller, un software que mi socio escribió en código de programación”.
“A mediados de los 90, cuando internet era un gran desconocido para la sociedad, creé la web del taller en html. Y monté una red entre los ordenadores de la oficina y del taller, espacios que estaban localizados en ubicaciones físicas diferentes. Ahora todo el mundo trabaja en red pero, hace 22 años, el concepto era muy innovador”.
Fue en esa etapa cuando aprendió a reparar ordenadores, un conocimiento que no ha dejado de ampliar a lo largo del tiempo.
Cuenta John que tuvo que cerrar el negocio tras un colapso de la libra esterlina, que le perjudicó muy especialmente porque tenía un gran volumen de estoc en esa divisa.
“En el año 2000, cerré el negocio, y decidí cambiar de aires”. Se enamoró de Alicante, de Castalla, donde se dedicó a la venta de equipos informáticos para expatriados de su país.
Pero la crisis financiera redujo la colonia británica a la mitad, y decidió montar una tienda pequeñita en una de las principales calles comerciales. “Aposté por el público local, y la gente respondió”.
En 2014 se cambió a un local más grande y, desde este año, forma parte de la cadena BEEP. La fórmula es ganadora. El talento y la larga experiencia de John Sinclair, combinados con la fuerza y el liderazgo de BEEP en la informática de proximidad.